viernes, 12 de octubre de 2012

Universidad Indígena de Venezuela

Sarah Grainger. BBC, Venezuela. 31 de octubre de 2011
                
Los cerca de 100 estudiantes viven en grupos de acuerdo a su etnia, dentro del campus de la Universidad.
Se bajan de sus hamacas al amanecer y se bañan en el río Tauca, que recorre las 2.000 hectáreas del campus situado en la selva del sur del país.
Alumnos de la Universidad Indígena de Venezuela
Después de desayunar, tienen una hora de estudio personal antes de empezar las clases.
Andan una media hora descalzos desde sus dormitorios, hasta el lugar donde se imparten las clases.
Los cerca de 100 estudiantes de esta universidad, que rondan los 20 años, viven en grupos de acuerdo a su etnia, con excepción de las estudiantes mujeres. Como tan solo hay cinco, éstas viven todas juntas.

Una vez en clase, los estudiantes reciben lecciones sobre los derechos de los indígenas, lengua y mitología.
Por las tardes tienen la oportunidad de utilizar sus habilidades prácticas y tareas tradicionales.
La Universidad Indígena queda lejos de los otros centros educativos de Venezuela.
Pero eso es así porque ha sido construida por y para las comunidades indígenas.
"Este lugar es muy importante para mí porque es como si estuviera en mi propia comunidad", explica Yudumenedu, de 19 años, quien antes intentó estudiar en una universidad común en la vecina Ciudad Bolívar. Pero la experiencia no le gustó.
"Esto es normal para nosotros y estamos acostumbrados a vivir así", asegura.

En el campus los estudiantes de diferentes grupos etnicos se mezclan por primera vez.
Recientemente ha habido progresos. Cuando el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, llegó al poder en 1999, cambió la Constitución para reconocer las lenguas indígenas junto al español como lenguas oficiales del país.
Pero décadas de injerencias externas hacen que los indígenas teman perder sus tradiciones. La Universidad Indígena intenta revertir esta tendencia.
Fue establecida hace varios años por una organización de defensa de los derechos indígenas compuesta por miembros de las diferentes comunidades y por curas jesuitas que han trabajado con indígenas durante años.
Se encuentra localizada en un punto intermedio entre todas las comunidades indígenas. Pese a ello, muchos estudiantes tardan varios días en llegar al campus al inicio de cada curso.
Varias comunidades están representadas y vivir en el campus es una oportunidad para los estudiantes de diferentes grupos étnicos de mezclarse por primera vez.
Los responsables de la universidad esperan que los 30 grupos indígenas del país acaben enviando estudiantes al Centro.
La política de admisión es muy diferente a la de otras instituciones.
Los estudiantes son normalmente presentados por sus respectivas comunidades como candidatos y se espera que regresen a sus poblados tras tres o cuatro años de estudios, listos para dirigir a su gente.
En vez de estudiar materias como medicina o ingeniería, los estudiantes se concentran en profundizar sus conocimientos y entendimiento de sus propias culturas.
Se les dan tareas para hacer en los periodos de vacaciones, algunas de las cuales incluyen entrevistar a los ancianos de sus poblados sobre mitología y registrar las respuestas para la posteridad.

La universidad espera que se la declare como una institución de educación superior legítima.

Si se consigue el reconocimiento y la ayuda económica oficial, los profesores podrían concentrarse en entrenar a la próxima generación de líderes indígenas para preservar y fortalecer sus culturas únicas.

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