miércoles, 25 de febrero de 2009

Conocimiento verdadero

• Las costumbres religiosas de los pueblos verdaderos no se basan en textos escritos, sino que son formuladas y transmitidas verbalmente durante miles de años; en parte este procedimiento garantiza la continuidad, pero sobre todo garantiza que ningún extraño, extranjero, va a poder apropiarse de los rituales propios, ya que estos son identitarios y por lo tanto exclusivos de cada pueblo y del territorio del que son guardianes por designio Superior.
• Las religiones indígenas se caracterizan por ser una forma reverente de concebir su relación con su hábitat, su tierra, su fuente de vida.
• Hay que tener claro que cada región tiene sus propios objetos, seres naturales, plantas, animales, mares, como también fuerzas sobrenaturales para el bien y para el mal.
• Cada pueblo tiene una concepción propia sobre el origen del mundo.
• Cada pueblo indígena tiene su particular identidad que se manifiesta mediante el arte, las formas, los colores, los diseños, los sonidos, el idioma, las costumbres.
• Cada pueblo indígena inicia a sus niños en lo que ha de ser la identidad madura de cada etnia.
• Los indígenas puros pueden constituir el 10% de la población de una república colonial, pero sus ideas reencarnan en los mestizos, y aún en los extranjeros.
• Para los pueblos autóctonos y antiguos el rito es de vital importancia, en especial el correcto recitado de las rogativas; si el oficiante se equivoca esto es de mal agüero y trae grandes desastres.
• Los pueblos indígenas conservan sus costumbres ancestrales ya que son demostración indiscutible de su preexistencia milenaria en el territorio que ocupan.
• Las ideas antiguas aspiran a promover valores de unión en la comunidad.
• Es un hecho real que desde muy antiguo el hombre ha buscado respuesta a sus necesidades o calamidades invocando, adorando o reverenciando incluso sacrificando sus animales para obtener la gracia de las Fuerzas Superiores de las que depende su vida.
• En términos generales podemos señalar que el hombre es un ser creyente, de fe en sus tradiciones y convencido que debe existir una relación de armonía entre él, su territorio y sus 'Dioses'.

Un sistema de creencias que no reconoce Voluntades Superiores se deifica a sí mismo.

domingo, 22 de febrero de 2009

El hombre es de su tierra

Proviene de los propósitos especulativos ingleses la teoría de que los hombres poseen el "derecho natural de propiedad" y, por tanto, el derecho a comerciar con sus productos, sean estos los que fueren, sin distinguir si son materias primas o productos manufacturados.
Ellos parten de la creencia o supuesto de que la tierra es de los hombres.
Los indoamericanos por su parte consideran que el hombre es de su tierra, le pertenece a la tierra que ha sustentado a su etnia desde hace miles de generaciones.
Esta aparente pequeña diferencia conceptual genera una diferencia política abismal e inconciliable.

Verdadero - Falso

Basados en puro dogmatismo los pensadores del siglo XV y XVI suponen que quiénes no sostienen sus mismas creencias son 'inferiores'. Una de las pruebas de Superioridad son los instrumentos materiales de cada cultura; "los más desarrollados técnica y moralmente tienen la obligación de «humanizar» a los más débiles, hasta que alcancen su mayoría de edad" (pensamiento de Bartolomé de las Casas).
Por esta razón no se reconocen los soberbios logros de las culturas autóctonas, y en todo caso, cuando ya son innegables e inocultables se los adjudica a supuestos "extraterrestres". Los logros indígenas contradicen los fundamentos de los argumentos occidentales y desmienten su legitimidad.

Las Universidades occidentales


Las Universidades occidentales de Europa, América y cualquiera de sus colonias tienen por finalidad y objeto proteger y confirmar la dominación ideológica, política y legal; y con ellas, claro, los sistemas educativos preparatorios.
La Universidad de Salamanca, por ejemplo, fue el lugar donde se tejió el complot de imponer una organización política y administrativa en una gran parte del mundo. Entre la vieja Universidad y el Colegio Dominico de San Esteban trabajaron los más persistentes adoctrinadores siglo XVI tratando de «legitimar» la conquista española de América. Alrededor del territorio de la Salamanca «vieja», Dominicos y Jesuitas crearon la telaraña conceptual teológica, política y jurídica de la Modernidad. De allí salió Fray Domingo de Mendoza y Loytasa, el promotor de la misión en América, o el incisivo Fray Antón de Montesinos. Allí inculcaron con palabras y escritos los teólogo-filósofos Francisco de Vitoria, Domingo de Soto o Melchor Cano, hasta el más sistemático Domingo Bañez, Luís de Molina o Francisco Suárez.